Hace apenas 30 años

Foto: Jean Marie Simon. Tomada de Facebook.

Por: Marco Vinicio Cerezo Blandón

Ex candidato presidencial del partido Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG)

En tiempos aciagos y conflictivos, de tensión y polarización, de angustia y desesperanza –de dinosaurios resucitados y oligarquías reinventadas– es necesario cultivar la serenidad y es indispensable poner todo bajo una perspectiva histórica, para reencontrar la esperanza y seguir luchando por el cambio. Hace apenas treinta años –era 1983 y treinta años son apenas un suspiro en términos históricos– Guatemala sufría bajo un gobierno militar autoritario; los tribunales de fuero especial fusilaban impunemente; el pueblo Ixil sufría la persecución genocida y las masacres arrasaban el altiplano; la guerra asolaba tres países de Centroamérica y la democracia era solo una lejana aspiración en gran parte de América Latina. Las superpotencias ponían las armas y nosotros –los del Sur– poníamos los muertos. En Guatemala, más de la mitad del escuálido presupuesto de la Nación era dedicado al esfuerzo de guerra y los pueblos del interior languidecían entre el lodo y la represión. Hace apenas treinta años, hablar de derechos humanos y laborales, de democracia representativa, de cooperativas, de organización comunitaria, de libertad de expresión, de Estado de Derecho, de desarrollo rural, no solo era subversivo, sino además idealista. El derecho de los pueblos, hoy entronizado en tratados internacionales, apenas se discutía en las aulas universitarias. Con esta perspectiva histórica veo a mi alrededor, leo los titulares, recuento los cambios alcanzados, y me lleno nuevamente de una renovada esperanza, de una fuerza silenciosa, de una fe inquebrantable: ¡nosotros, las y los ciudadanos, podemos cambiar Guatemala!

Apenas treinta años después, veo un país en el que se ha condenado a los hechores materiales de masacres de guerra; veo a mujeres valientes –sin lugar a dudas la más grande fuente de inspiración y de esperanza– que construyen el Estado de Derecho persiguiendo por la vía judicial a los antiguos dictadores; veo un Ministerio Público y un Organismo Judicial fortalecidos, que empiezan a implantar el Estado de Derecho en la nación; veo jóvenes periodistas que viven la libertad de expresión como credo y vocación; veo el mejor programa de reforestación de Centroamérica; me enorgullezco de un sistema nacional de áreas protegidas que defiende los últimos bosques contra la depredación; ¡Veo el Parque Nacional Mirador-Río Azul!; veo la más progresista legislación regional en materia de defensa de los derechos de la mujer; veo –por primera vez en esta corta historia– un empresario encarcelado por evasión fiscal; veo más de diez capos del narcotráfico capturados y extraditados; veo doscientas caballerías confiscadas a través del Régimen de Extinción de Dominio; veo decenas de exalcaldes denunciados y condenados por corrupción; veo pueblos y cabeceras pujantes, gracias al porcentaje constitucional para las municipalidades; veo jóvenes que optan por dos hijos, en vez de diez; veo una sociedad civil cada vez más organizada, más digna, más consciente; veo pueblos indígenas movilizados, conscientes de sus derechos, sus aspiraciones y su futuro. Veo una nueva clase de empresarios jóvenes, empresarios sociales, empresarios cooperativistas, empresarios ambientales, empresarios indígenas –que ya no ven el dinero como un instrumento de dominación política. Veo un Ejército en misiones de paz de las Naciones Unidas.

Hace apenas 30 años, los dinosaurios dominaban la tierra; hoy, están en vías de extinción. Por supuesto que hay retrocesos; por supuesto que hay resistencias; por supuesto que hay problemas: Siempre habrá problemas y siempre habrá desconsuelo, porque nos comparamos al ideal que nos mueve. Pero debemos continuar trabajando diligentemente: Debemos exigir más, pedir más, aspirar a más: más democracia, más participación, más justicia, más igualdad, más derechos, más acceso de más personas a más educación, más cultura, más calidad de vida. Debemos continuar fortaleciendo nuestras instituciones; debemos continuar ampliando la participación política; debemos seguir fortaleciendo la libertad de expresión; debemos seguir construyendo una sociedad civil más activa, más organizada, más empoderada; debemos seguir apoyando y defendiendo a los defensores de los derechos humanos. Debemos seguir impulsando a los jóvenes y las mujeres indígenas. Pero las tareas pendientes no nos deben hacer olvidar el camino recorrido. Dentro de apenas treinta años seremos una mejor Nación, si seguimos luchando.

 

El Periódico, 29 de mayo, 2013

 


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